viernes, 25 de junio de 2010

La mejor revolución contra el capitalismo salvaje y el pensamiento neoliberal es el amor a la humanidad:

En este mundo cada vez más individualista en el que vivimos donde unos tienen mucho y otros muy poco para vivir, hay que cambiar el modelo de valores que se están dando cada día en todas las sociedades donde solo importa el capital y no la vida humana, hay que volver a colocar al ser humano en el centro de todo, movernos por el compromiso con la humanidad, querer al prójimo como a nosotros o nosotras mismos o mismas, hay que favorecer un modelo de sociedad comprometido con los seres humanos, con sus problemas, con sus necesidades, con sus sentimientos, ayudar en la medida de lo posible a paliar y tratar de erradicar las desigualdades sociales, combatir las injusticias donde se den, combatir el racismo, la violencia de género, la homofobia, la explotación de un ser humano a otro, o el pensamiento neoliberal que condena a una parte o más bien a muchas personas del mundo a vivir en condiciones extremas y a muerte por inanición o hambruna, es necesario fomentar el compañerismo, el amor a la humanidad es la solución, el humanismo es necesario para hacer de este mundo valga la redundancia un lugar más humanitario y no conformar meros robots que consuman y no piensen y tenerlos esclavizados, una persona que se considere humana debe concebirse como una parte de un todo, que es el colectivo de la humanidad, sentirte uno o una más que ayuda a mejorar el mundo y a construir un futuro libre para todos los seres humanos, pueblos y culturas que habitan en el mundo. El amor a la humanidad es un acto revolucionario porque transforma las desigualdades sociales en igualdades entre todos los seres humanos, integra a todos los colectivos sociales y procura no excluir, fomenta lo que nos une y combate lo que nos diferencia tratando de que no nos divida ni margine a nadie, es hora de acabar con los odios en el mundo y potenciar el amor, el respeto, la amistad, la libertad, la tolerancia, la igualdad, la solidaridad y la justicia social porque el objetivo de nuestra existencia es hacer felices a los demás porque así seremos felices nosotros y nosotras mismas, partiendo de la alegría de vivir y transmitiéndola a todos los pueblos, personas y culturas del mundo para que esa alegría sea colectiva y desemboque en una felicidad mundial.

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