jueves, 20 de mayo de 2010

Educar con alegría la mejor manera de conseguir un mundo mejor y democrático:

La educación es un acto de profundo amor a la humanidad, porque debe considerar a todas las personas iguales entre sí y con el mismo derecho a recibir la mejor educación para que nadie quede relegado al olvido y no se sigan perpetuando las desigualdades sociales que condenaban a una parte de la sociedad y a muchos pueblos a ser explotados por otros y a expropiarles sus riquezas y su patrimonio cultural, por el contrario la educación debe transformar la sociedad, para ello debe contar con unos profesionales comprometidos y comprometidas en la defensa de los derechos humanos, con alegría por enseñar y aprender de sus alumnos, siendo humildes, tratando a todos y todas por igual sin importar su condición sexual, su lugar de procedencia, su pensamiento político, su raza, sexo o la religión que profesen, educar es favorecer el multiculturalismo, la integración de las minorías, la igualdad entre sexos, el respeto al medioambiente, a la diversidad de pensamiento, aceptar y adaptar el currículum a las necesidades del alumnado, a su ritmo de aprendizaje, todos y todas tenemos una manera de aprender, unos necesitan más tiempo que otros pero todos y todas debemos aprender igual, es necesario motivar al alumnado diariamente y al resto de la comunidad educativa, entre ellos profesores y profesoras, trabajadores de las escuelas y a toda la sociedad. Hay que defender la escuela pública de los ataques del pensamiento neoliberal que quiere imponer su modo de vida y mediante sus políticas educativas favorecer que sus hijos e hijas tengan la mejor educación para acceder al mercado laboral en mejores condiciones que los hijos e hijas de las clases populares, el profesorado debe estar motivado, comprometido, educar con alegría porque cree en un presente y un futuro basado en la esperanza de un mañana mejor, donde las personas sean libres e iguales, si los educadores y educadoras nos vemos como servidores y servidoras sociales favorecederemos las condiciones para ejercer la verdadera democracia y para educar a nuestros hijos en y para la democracia, respetando al prójimo, sus opiniones, sus derechos humanos, todos y todas somos necesarios para construir un mundo más justo pero esta tarea es necesario iniciarla poco a poco, con humildad y alegría y contando con los jovenes y las jóvenes sin imponer y escuchando lo que nos dicen, acabando con las jerarquías y fomentando el trato horizontal e igualitario

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